Por: Fabiana Godoy Di Pace
Poseer información. Ese es el objetivo de los que trabajan de periodistas. Porque ésta es imprescindible para que la gente se relacione, haga negocios, operaciones financieras, decida, viva. Gracias a ella nos constituimos como sujetos, hallamos nuestro lugar en el mundo.
Conseguir novedades o datos que profundicen saberes previos es la meta. Ahora bien, obtenerla es el reto en el camino de la competencia y el ritmo de vida voraces a los que nos somete la lógica neoliberal en el seno de la sociedad capitalista.
¿Es difícil esta tarea? ¿O lo dificultoso es no caer en manos de alguien que nos use como vehículo de sus intenciones? El secreto es entonces la negociación y la contextualización: saber de dónde viene esa información, de quien (fuente emisora) y cuáles serían las posibles consecuencias de su desocultamiento.
Y digo bien: desocultar. De eso se trata, de develar para el resto de la población o para otro segmento que no tuvo acceso a aquella verdad que unos pocos esconden.
¡Pavada de profesión! Y por eso es tan riesgoso ser periodista. Porque se cuenta lo que algunos quieren callar. No les conviene. No les sirve. Va en contra de sus intereses.
Alguno que recién se inicia en esto, ávido de conocimiento, escaso de experiencia y desbordante de credulidad y curiosidad intentará dar a la luz lo que esa fuente dio. Feliz de su hallazgo en una sociedad donde el acceso es escaso y conseguir información es tan difícil. Discreción suele ser lo que le falta a ese periodista que logró obtener unos datos.
Llegó primero, compitió y ¿ganó?. El tema es después, el día siguiente, las consecuencias de los que padecen por ese descubrimiento. El periodista es como un delator y debe estar muy atento en no excederse en sus denuncias para salvar al mundo.
Hay tantos juegos de poder en el medio y tantos inocentes que pueden ser perjudicados que se debe estar atento y debe aprender a callar, si no sabe en qué red contextual se insertará esa verdad que se desoculta. ¿A quien sirve? ¿a quien favorece o perjudica?
Aprender a callar, riesgo de perder el empleo…
Las fuentes son, en una primera aproximación, peligrosas. Mienten. Orientan al destino que les conviene. Sesgan la información. Son interesadas y presionan para terminar transformando el servicio del periodismo en una tarea publicitaria, de venta de saberes que favorecen egos y negocios.
viernes, 15 de febrero de 2008
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