Por: Juan Francisco Gómez
Mario Wanfield alguna vez comentó que el periodismo era un órgano más del Estado. Tal afirmación la hizo basándose en el supuesto de que los periodistas generalmente hacen lo que los gobiernos les dicen, muchas veces sin tener en consideración que tan real es la información que están recibiendo. Generalmente existe una relación desigual de poder entre gobierno y prensa, y es esta desigualdad, según Wanfield, lo que hace que los gobiernos muchas veces hagan a los periodistas divulgar información que a ese gobierno le interesa que divulguen. En pocas palabras, la prensa es un órgano más del estado que se mueve al ritmo que el Estado le imponga. Tal planteamiento es bastante discutible, si se considera las implicaciones de semejante hecho.
Para discutir semejante afirmación es necesario partir de un concepto de Estado claro y preciso. Un Estado, en términos gruesos, es el aparato institucional o no institucional con el que se gobierna. El Estado adquiere su cuerpo en el conjunto de instituciones públicas dentro de un país y necesita de cuatro condiciones para ser considerado como tal: un territorio, reconocimiento internacional, un ordenamiento jurídico y una población definida.
Si observamos entonces la afirmación de que el periodismo hace parte del Estado, tendría que ser mirado como una institución pública adicional como la policía o los bomberos, un hospital o un colegio público. Pensar en el periodismo como una institución más del estado implicaría que la información solamente favorecería a los funcionarios públicos.
Ahora, con respecto a la divulgación de información conveniente para el gobierno de parte de los medio de comunicación, el expresidente norteamericano Abraham Lincoln alguna vez dijo “Puedes engañar a alguna gente todo el tiempo, incluso puedes engañar a toda la gente por algún tiempo, pero nunca podrás engañar a toda la gente todo el tiempo”. Dentro del marco del derecho a la libertad de expresión, los comunicadores sociales están en su derecho de tener sus propias opiniones con respecto a un gobierno y además tienen el derecho de divulgarlas. No es común dentro de un régimen democrático que existan medios de comunicación que unánimemente apoyen al presidente de turno, salvo en los casos de democracias que se encuentran en el límite de lo que es una democracia como es el gobierno de Hugo Chavez. Un gobierno no puede mantener la verdad oculta de su pueblo todo el tiempo, la historia ha demostrado eso en repetidas ocasiones. Si esto no fuera así, Bob Woodward hoy en día sería un comentarista deportivo y seguramente el Watergate solamente haría que la gente recuerde a un plomero.
Sin embargo, es cierto que muchas veces los gobiernos hacen que los medios, o por lo menos los medios más influyentes, no divulguen cierta información que sería perjudicial. Los medios de comunicación no son del todo autónomos en muchos sentidos pero esto se debe a varias razones. Primero hay cierta información que no se puede divulgar, ya sea porque está amparada por la ley o porque es un secreto de Estado. Segundo hay cierta información que puede cambiar el curso de ciertos procesos si llegare a poder de la opinión pública, y cualquier gobernante sabe que ese cambio podría tener implicaciones demasiado grandes como para permitirlo. Un ejemplo claro podría ser el descubrimiento de que el senador que es considerado el principal opositor de los derechos gay en el senado, es descubierto entrando a un hotel con un jovencito. Dicha información podría prácticamente garantizar un triunfo legislativo de los mariposos y los elefantes rosados. Este podría ser un motivo para que el gobierno busque formas de acallar al periodista que tiene dicha información.
Otro ejemplo claro lo dio el periodista Ismael Bermudez, quien mencionó que actualmente todos los miembros de la junta directiva del Citybank en Argentina estaban siendo llamados a juicio por corrupción y eso no lo había publicado ningún periódico. Y es que es un hecho claro que si la noticia llegara a la opinión pública, el Citybank, una de las grandes multinacionales bancarias mundiales entraría en serios aprietos en Argentina.
El caso Vladimiro Montesinos es sumamente diciente en este respecto. Si la cámara no muestra al ex asesor presidencial haciendo negocios ilegales, muy seguramente la imagen de Fujimori no habría sufrido el golpe que sufrió. No cabe duda de que el gobierno peruano quería mantener la información en silencio, y lograron hacerlo por algún tiempo, pero tarde o temprano la verdad sale a la luz pública.
En Colombia, los medios no necesariamente son o se comportan como si fueran una parte del Estado. En el caso de los presidentes anteriores, Andrés Pastrana y Ernesto Samper, los medios de hecho llevaron a cabo una campaña de desprestigio tan grande, que, sobre todo en el caso de Pastrana que llegó a tener el 24% de popularidad, terminaron muriendo políticamente.
Actualmente, el gobierno ha logrado generar un gran rechazo hacia las FARC. Los medios de comunicación más importantes del país han participado de dicho rechazo, hasta el punto de ser los principales impulsores de la marcha contra las FARC el 4 de Febrero de 2008. Sin embargo en este asunto hay varios puntos algo peculiares:
- No se tuvo en cuenta dentro de la marcha la protesta contra los paramilitares y el ELN, quienes también han sido importantes actores dentro del conflicto armado y quienes han cometido masacres y secuestros. En represalia las victimas de estos grupos armados anunciaron una marcha similar, pero el gobierno anunció que no saldría a marchar con ellos, y los medios no han impulsado dicha marcha como lo hicieron el 4 de Febrero.
- Las interpretaciones del hecho por parte de los medios fueron bastante distintas. Los medios de comunicación colombianos celebraron la marcha con entusiasmo y la mostraron como la expresión del pueblo colombiano contra las FARC. Sin embargo, Telesur, la cadena venezolana aludió a la marcha como si fuera una marcha organizada por el gobierno y los paramilitares para desacreditar a las FARC. Acto seguido transmitieron las declaraciones de Salvatore Mancuso, uno de las grandes cabecillas del paramilitarismo en Colombia apoyando la marcha.
- No hubo protagonismo. En un país, en donde pasan por televisión a una persona que le hecha un vaso de agua a un ministro, hasta el momento los que fueron capaces de organizar a millones de colombianos en una marcha, todavía no han sido descubiertos por los medios de comunicación.
- El país se politizó casi en su totalidad. El problema de la guerrilla y del paramilitarismo es un problema de apoyo al presidente Uribe o de apoyo al partido opositor el Polo Democrático. Y los medios han sido los grandes artífices de este fenómeno. Es bastante triste ver como las acusaciones y noticias poco profesionales inundan los canales nacionales con el simple propósito de defender o atacar a alguien.
¿Son entonces los medios marionetas del gobierno o de algún actor político? ¿Realmente dicen solamente lo que ciertas personas quieren que se diga? Podemos generalizar como lo hizo Wanfield, en aras tal vez de poder construir una teoría en base a ello, y tal vez no estemos equivocados, sin embargo, pero para los que todavía creemos en la democracia, y que tal vez miremos la cuestión con un poquito de optimismo, tal vez simplemente sea una cuestión de gustos y opiniones políticas personales.
martes, 19 de febrero de 2008
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