El periodista Juan Garff, quien se desempeña desde hace 7 años como subjefe del servicio internacional de la agencia alemana Deutsche Presse Agentur (DPA) en la Argentina, brindó su visión sobre la labor periodística en las agencias a alumnos de la Maestría de Periodismo de la UBA.
Se trata de escuelas de redacción, en las cuales se debe tener un español ecuménico, gran velocidad y capacidad de corrección. Entre sus consejos resaltó el ser honesto y reconocer los errores, “no tener vergüenza” y decirlos a tiempo para corregirlos lo antes posible.
El diálogo permanente en pantalla suele ser muy estresante “porque no se sabe” lo que puede aparecer de un momento a otro y una buena tarea depende de la capacidad de reacción y de captar las contradicciones para decidir si será publicada o no la información que llega a torrentes. En la agencia, el gran trabajo –la sutileza- está en darse cuenta dónde está la contradicción y dónde hace ruido la cobertura para pulirla o filtrarla. Sin el “estar ahí” el periodismo no existiría, pero sin el chequeo de la información tampoco. En este último punto es donde se centra el trabajo en la redacción. Se reescribe sobre lo escrito y muchas veces no se sabe lo que se está escribiendo pues la noticia pasa por muchas manos, mediaciones, traducciones y transposiciones.
Se trata de “puntos basales o de arranque” de la información que luego cada medio se encargará de mediatizar y profundizar designando enviados para cubrir los grandes eventos. En periodismo “la cosa es llegar” a cubrir el hecho y no quedarse sentado en un hotel o un avión cuando uno trabaja como enviado. Ahora bien, esto dificulta la distancia crítica respecto a lo que se está escribiendo. Uno se deja, muchas veces, influenciar por la presión local y por todo aquello que es considerado “lo normal” en una cultura.
Garff valora entonces la percepción de los hechos pero también habló de los riesgos de empaparse con la idiosincrasia de cada sociedad, pues de ser así se perdería un posicionamiento crítico y “objetivo” de la realidad.
Ahora bien, ese ritmo vertiginoso y la tensión diaria junto con las presiones del contacto con realidades muchas veces riesgosas que convierten al periodismo, como ya se sabe, en una de las profesiones más difíciles y peligrosas que existen en la actualidad, ¿cómo posibilita en el periodista que recién se inicia la adquisición de tales habilidades? Pedir distanciamiento crítico a un trabajador de prensa novato sería como exigirle unos saberes que es imposible haya adquirido en la academia. Y a la mayoría de nosotros nos falta nuestro vuelo de bautismo.
Ese conocimiento fundamental que los libros no proveen se encuentran en “la calle”. De lo que se trata fundamentalmente, según señala Juan Garffe es de correrse de los supuestos implícitos que maneja cada sujeto al pertenecer a su cultura o al ingresar a otra y poder alcanzar cierta “objetividad”.¿Cómo hacer entonces?
Este es uno de los puntos que la carrera Ciencias de la Comunicación intentó lograr enseñando a sus alumnos herramientas de la antropología y los estudios comunicacionales. También es lo que desde esta maestría se espera de sus egresados. Hay saberes que se analizan desde la universidad de manera crítica. Pero son fundamentales las prácticas laborales para la construcción de ese saber que todo trabajador debe tener. Ese 50% que, sumado a la formación teórica permite la existencia de periodistas bien formados.
Se trata de escuelas de redacción, en las cuales se debe tener un español ecuménico, gran velocidad y capacidad de corrección. Entre sus consejos resaltó el ser honesto y reconocer los errores, “no tener vergüenza” y decirlos a tiempo para corregirlos lo antes posible.
El diálogo permanente en pantalla suele ser muy estresante “porque no se sabe” lo que puede aparecer de un momento a otro y una buena tarea depende de la capacidad de reacción y de captar las contradicciones para decidir si será publicada o no la información que llega a torrentes. En la agencia, el gran trabajo –la sutileza- está en darse cuenta dónde está la contradicción y dónde hace ruido la cobertura para pulirla o filtrarla. Sin el “estar ahí” el periodismo no existiría, pero sin el chequeo de la información tampoco. En este último punto es donde se centra el trabajo en la redacción. Se reescribe sobre lo escrito y muchas veces no se sabe lo que se está escribiendo pues la noticia pasa por muchas manos, mediaciones, traducciones y transposiciones.
Se trata de “puntos basales o de arranque” de la información que luego cada medio se encargará de mediatizar y profundizar designando enviados para cubrir los grandes eventos. En periodismo “la cosa es llegar” a cubrir el hecho y no quedarse sentado en un hotel o un avión cuando uno trabaja como enviado. Ahora bien, esto dificulta la distancia crítica respecto a lo que se está escribiendo. Uno se deja, muchas veces, influenciar por la presión local y por todo aquello que es considerado “lo normal” en una cultura.
Garff valora entonces la percepción de los hechos pero también habló de los riesgos de empaparse con la idiosincrasia de cada sociedad, pues de ser así se perdería un posicionamiento crítico y “objetivo” de la realidad.
Ahora bien, ese ritmo vertiginoso y la tensión diaria junto con las presiones del contacto con realidades muchas veces riesgosas que convierten al periodismo, como ya se sabe, en una de las profesiones más difíciles y peligrosas que existen en la actualidad, ¿cómo posibilita en el periodista que recién se inicia la adquisición de tales habilidades? Pedir distanciamiento crítico a un trabajador de prensa novato sería como exigirle unos saberes que es imposible haya adquirido en la academia. Y a la mayoría de nosotros nos falta nuestro vuelo de bautismo.
Ese conocimiento fundamental que los libros no proveen se encuentran en “la calle”. De lo que se trata fundamentalmente, según señala Juan Garffe es de correrse de los supuestos implícitos que maneja cada sujeto al pertenecer a su cultura o al ingresar a otra y poder alcanzar cierta “objetividad”.¿Cómo hacer entonces?
Este es uno de los puntos que la carrera Ciencias de la Comunicación intentó lograr enseñando a sus alumnos herramientas de la antropología y los estudios comunicacionales. También es lo que desde esta maestría se espera de sus egresados. Hay saberes que se analizan desde la universidad de manera crítica. Pero son fundamentales las prácticas laborales para la construcción de ese saber que todo trabajador debe tener. Ese 50% que, sumado a la formación teórica permite la existencia de periodistas bien formados.
El punto es cómo empezar. A Garff le sirvió presentarse espontáneamente a diversos medios y confeccionar sumarios que resultaron atractivos ¿Puede ser que nosotros con tantas armas conceptuales, a la hora de la búsqueda laboral, tengamos aún tanta falta de experiencia para salir al ruedo? ¿Nos están enseñando, por ejemplo, a hacer sumarios? En su época había anuncios. Ahora todo es por contacto. Y nosotros, estudiantes de la maestría, estamos en un trampolín hacia quien sabe donde, con pocos brazos a tendernos redes.
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