jueves, 1 de noviembre de 2007

El periodismo ya no existe

El único corresponsal argentino que estuvo en la guerra de Irak habló sobre el estado de la profesión y los desafíos que imponen las nuevas condiciones de producción de los medios

“El periodismo ya no existe. La forma de trabajo que se conocía hasta ahora, el modo en que lo ejercimos, está desapareciendo”, definió el periodista Gustavo Sierra, especializado en temas internacionales y corresponsal de guerra de Clarín, en la Maestría en Periodismo de la Universidad de Buenos Aires. Con treinta años de profesión, él mismo se considera un “dinosaurio” y no duda en afirmar que su oficio está en vías de extinción. “Mis compañeros del diario que se sientan y escriben una notita de vez en cuando, están condenados. Tiene que prender velas a ‘San Clarín’ para que les den trabajo el resto de sus vidas”, ironizó.
La muerte del periodismo fue decretada por la revolución tecnológica. En su avance vertiginoso se llevó puesta la forma de producción de las noticias y, por lo tanto, modificó la práctica de los que escriben sobre lo real. Según Sierra, la influencia de los medios electrónicos y el advenimiento de Internet rompieron la estructura de lo noticiable y, también, las costumbres informativas. “Pasaron sólo 30 años desde el momento en que se iba con una máquina de escribir a cubrir una guerra. Ahora es el momento de los teléfonos satelitales de última generación, que permiten enviar una cantidad de información enorme en apenas unos segundos desde cualquier lugar de la tierra y en las peores condiciones. Es un salto tecnológico que el periodismo no había experimentado antes y ha modificado totalmente el desarrollo profesional”, explicó.
La experiencia de Gustavo Sierra es enorme. Fue corresponsal de varios medios argentinos e internacionales en Londres, Nueva York, Washington, Los Ángeles y Santiago de Chile. Formó parte del equipo que inició en Atlanta el primer servicio de CNN en Español y trabajó como corresponsal en la Casa Blanca de CBS-Telenoticias y NBC-Canal de Noticias. Fue corresponsal en Chile y Argentina de Univisión, la primera cadena hispana de Estados Unidos y editor del servicio latinoamericano de Associated Press en Nueva York. Estas tres décadas de vida en los medios le permiten entrever qué está pasando en la profesión: “Si toman como ejemplo el periodismo que se está haciendo hoy, quiero decirles que van por muy mal camino. No van a llegar a nada. Es un oficio que va desapareciendo a un ritmo absolutamente desconocido”. Sin embargo, dice Sierra, no todo se ha perdido: al caer lo viejo, “todo está por hacerse”.

¿El gran diario argentino?
A pesar de su larga carrera, Gustavo Sierra se hizo conocido para el gran público por la cobertura en el diario Clarín, Radio Mitre y Canal 13 de la invasión de Irak. Las tres empresas pertenecen al multimedio más poderoso en Argentina, el Grupo Clarín, donde se desempeña como editor de la sección “El Mundo”. “Mientras cubría la guerra, en Clarín jamás me preguntaron cómo me sentía o si necesitaba algo”, afirmó el periodista para explicar la situación de trabajo en las grandes corporaciones. “Si a la empresa en la que trabajás, no le importa nada; no podés poner tus sueños ahí, porque sos un idiota”, expresó y contó que “el gran diario argentino” no hizo nada para que él estuviera en Bagdad el día en el que comenzó el conflicto bélico.
Sierra sólo fue detrás de su sueño: tramitó por su cuenta la visa para ingresar a Irak desde su embajada en Brasilia y “obligó” al multimedio a meterse en una guerra que después le daría prestigio internacional y varios millones de ganancia: “Cuando mandé a Buenos Aires la crónica que anunciaba el inicio de los bombardeos, recibí la única llamada en la que el editor en jefe del diario me preguntó si querías quedarme o no. Obviamente ya la oportunidad de salir era prácticamente imposible y había ido para contar la guerra. Ya lo tenía claro desde antes, de manera que era absurdo”, contó.
Según Sierra, esta ceguera del grupo económico es la que marca la lógica de trabajo para las nuevas generaciones. La concentración de medios hace que los periodistas deban trabajar en dos o tres empresas a la vez, porque los sueldos son muy malos y las perspectivas y posibilidades de desarrollo, peores: “Los salarios que pagan a los que comienzan en Clarín son miserables. Además hace años no entra nadie. De hecho, en cualquier momento van a haber 1.500 despidos, porque funciona como un ‘ministerio’, con una cantidad de gente que excede totalmente a lo que se necesita para hacer ese producto.”

El futuro llegó hace rato
Ante este cambio de las estructuras productivas de la empresa periodística, Sierra no tiene respuestas, pero sí algunos consejos que su experiencia señala como las claves para la inserción laboral del futuro: especializarse al máximo y manejar todas las herramientas tecnológicas de producción. “No puede haber un periodista gráfico, televisivo o radial solamente. Es lo más obsoleto del mundo. El multimedia nos ha envuelto y hoy un profesional debe saber hacer absolutamente todo.”
Desde su punto de vista, en las condiciones actuales de producción, todo trabajo periodístico debe ser traducible a varios soportes multimedia: “Los diarios de papel van a ser algo así como lo que es hoy la ópera a la música popular: una cosa para elites, para grupos reducidos”, sostuvo e indicó que el camino a seguir es Internet, donde se impone la diversidad y la explotación de pequeños nichos de mercado.
Así, su investigación sobre el último viaje de Ernesto Guevara de la Serna, a partir del cual se convirtió en el “Che”, devino en un informe especial para clarín.com, tres suplementos para el diario en papel, dos informes televisivos en América 24 y dos proyectos futuros: un documental y un libro.
“El periodista generalista va a ser remplazado por una máquina. Hay que buscar proyectos personales, producir contenidos con el fin de volcarlos en diferentes tipos de soportes, pero, sobre todo, hay que estudiar el desarrollo comercial de esos productos: saber cómo vendérselos a alguien”, sintetizó.

La ética comercial
En este panorama de extrema precarización de las relaciones laborales, el periodista está solo. Si quiere trabajar, tiene que encontrar la veta para vender sus proyectos, pero, advirtió Sierra, debe hacerlo “sin salirse de las reglas éticas del oficio”: “No mentir, no inventar, no manipular, no intentar meter mensajes subliminales en medio de lo que se hace.”
“En nuestro caso, la ética es una cuestión de vida, no sólo profesional —explicó Sierra, que integra el Foro de Periodistas Argentinos, cuyo código de ética recomendó para un buen ejercicio de la profesión— Soy partidario de un Colegio de Periodistas. Hay que tener algún tipo de límite. Alguien tiene que marcar la raya. Nuestra generación fracasó”.

¿Cómo ser un corresponsal de guerra?
Gustavo Sierra fue el único periodista argentino y uno de los tres latinoamericanos que informó desde Bagdad y Afganistán. También realizó producciones especiales en zonas sensibles como Pakistán, Israel, Jordania e Irán. Su libro “Kabul, Bagdad, Teherán. Relatos desde los campos de batalla” ofrece una mirada global a los distintos conflictos que le tocó narrar luego de los atentados terroristas del 11 de septiembre de 2001, que marcaron el comienzo de una ofensiva militar que aún sigue desarrollándose en distintos escenarios de Medio Oriente y Asia Central.
Este itinerario fue posible gracias a la decisión personal de construirse —incluso contra el medio en el que trabaja— como profesional especializado en conflictos bélicos: “Si el periodismo ya no existe, tampoco existen los ‘corresponsales de guerra’. Lo siento mucho, pero es así. Llega uno de diez mil. La mejor manera para lograrlo es tener una fuerte formación profesional, que no es nada sin una solidez personal que te permita mantener cierto equilibrio en situaciones de absoluto riesgo. En una guerra, entre la vida y la muerte, no sabés cómo vas a reaccionar.”
Pero el privilegio de contar lo que pasa desde el campo de batalla no es gratuito, deja marcas: “Después de Afganistán, que fue la primera experiencia y la más fuerte, sufrí una depresión que sólo logré superar con terapia. La guerra exacerba lo que tenés adentro y lo cargás en tu mochila. Estuve unos meses tomando pastillas, pero cuando llegué en Irak las dejé. Ahí te curás o te morís.”

Los cínicos no sirven para este oficio
Como el periodista polaco Ryszard Kapuścińki, Sierra sostiene que lo esencial en la profesión de contar lo que pasa es no ser cínico. “Si se pierde la pasión, aparece una suerte de cinismo que afecta a muchos periodistas y que trato de combatir interiormente. Hay que exponerse emocionalmente ante las cosas. Sé que es difícil porque el ser humano intenta protegerse de alguna manera. No tengo problemas en decir que escribí crónicas llorando, que, ante ciertos hechos, se me aflojan las piernas y que me dolía la espalda por la tensión que sentí frente al diario del Che. Hay que ir a ver a la gente, escucharla y saber estar en el lugar. Podemos entrevistar a los intelectuales más importantes del mundo y, al otro día, meternos en la villa miseria más humilde. Y tenemos que saber adaptarnos a eso. Me parece que es la clave de cómo logramos después contar historias.”

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